La depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo. Y es que se estima que afecta a un 3,8% de la población, incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de más de 60 años.
De hecho, los expertos destacan que la depresión puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave y es la principal causa mundial de discapacidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que más de 300 millones de personas tienen el trastorno de la depresión en el mundo.
Se estima que más del 75% de las personas con depresión no recibe tratamiento.
Para recibir ayuda y atajar la situación, lo primero que debemos hacer es estar atentos a los síntomas.
Cuando una persona tiene depresión y sufre un episodio depresivo, tiene un estado de ánimo deprimido, que se caracteriza por la tristeza, irritabilidad o sensación de vacío. A esto hay que sumarle una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas.
A estas señales se le puede sumar otros síntomas como:
- Dificultad para concentrarse
- Estado de ánimo irritable o bajo la mayoría de las veces
- Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño
- Cambio grande en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso
- Cansancio y falta de energía
- Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa
- Movimientos lentos o rápidos
- Inactividad y retraimiento de las actividades usuales
- Sentimientos de desesperanza o abandono
- Pensamientos repetitivos de muerte o suicidio
- Pérdida de placer en actividades que solían generar placer
Es importante tener claro que se requiere atención médica especializada para su oportuno diagnóstico y tratamiento. No se trata de un simple decaimiento en el estado de ánimo o emocional, ya que puede derivar en otras enfermedades.
Por lo que, si notas estos síntomas, busca ayuda.
El tratamiento es efectivo y revierte los síntomas, pero para ello lo tenemos que poner en marcha.